miércoles, 22 de octubre de 2008

BREVE HISTORIA DE "MI" PERONISMO

Yo vengo de una familia, claramente dividida en dos partes iguales. Podríamos decir que una típica familia argentina… je je
Mis abuelos maternos eran inmigrantes, venían de la vieja Yugoeslavia.
Mi abuelo Ante, tenía ideas socialistas y decía que Perón era fascista. Solía referirse a él como “un sinvergüenza”, “un demagogo”.
Mis tíos trabajaban en la Dirección de Minería y en la mesa de los domingos, entre ravioles y vino, contaban como “Perón los llevaba de prepo a la Plaza de Mayo”.

En cambio en la familia de mi viejo eran Santiagueños de pura cepa, de Tintina más exactamente. Mis abuelos vieron como sus 11 hijos se venían poco a poco a la Capital buscando mejores horizontes. Obviamente, eran negros y peronistas.
Cuando mi viejo, Juan Carlos llegó a Buenos Aires, recaló en la Villa de Retiro. Y al tiempo aprendió en dar un domicilio falso para que le dieran los laburos.
O sea, que desde chiquito, tenía el corazón partio….

Mi primer recuerdo en política lo tengo a los 5 años. Había un presidente militar que se llamaba Onganía. Tenía unos bigotazos enormes y le decían “La morsa”. Estábamos con mis viejos, mis tíos y primos en Mar del Plata, más precisamente en el camping de Punta Mogotes, cuando se corrió la voz de que Onganía iba a pasar por la ruta rumbo a la residencia de verano de Chapadmalal.
Todo el mundo se acercó a la cinta de asfalto y mi viejo me subió sobre los hombros. Recuerdo ver pasar un auto negro, enorme, y en el asiento de atrás un señor muy serio con lentes y bigotes. Algunos lo chiflaron, pero creo que el señor ese no los llegó a escuchar. No me cayó simpático.
Después de él, recuerdo a otro militar, Roberto Marcelo Levingston. A mí me gustaba tener el mismo nombre que un presidente; Roberto, igual que Sandro. De todos modos duró poco.
Y después vino Lanusse y de ahí tengo mis primeros recuerdos nítidos (ya era más grande).
Recuerdo que acompañaba a mi vieja al mercadito y la gente se quejaba mucho. Todo aumentaba, el sueldo no alcanzaba. Los billetes eran más grandes que ahora y tenían el dibujo de San Martín. Y el verdulero decía en voz alta “Ya va a volver el general…”
Se notaba en la gente una cierta esperanza… Si Perón volvía, las cosas iban a mejorar, para todos…
Y yo también me ilusionaba con que todo iba a ser mejor. Imaginaba a Perón bajando de la escalerilla del avión y dando cuatro gritos, para que todo empezara a andar derecho.
En la escuela N° 17 José de San Martín de Castelar, los chicos del 4° grado B, turno tarde, nos divertíamos en golpear los pupitres y gritar “CGT, CGT,CGT…”
Cámpora al gobierno, Perón al poder. Y un día el tío Cámpora fue presidente. Salieron todos los presos políticos a la calle, y parecía que la revolución Peronista era inminente.
El General Lanusse dijo soberbio: A Perón no le da el cuero para volver. Y finalmente “El Viejo” volvió para siempre.
Y fue mi mejor regalo de cumpleaños. Un 20 de Junio yo estaba en la vereda de casa cuando se sintió el ruido ensordecedor de un Boeing sobre nuestras cabezas. Una vecina, señalando el cielo, gritó “Ahí viene Perón, ahí viene Perón..!!”. Y vimos pasar el avión plateado, bajando despacito rumbo a la pista de la Base de Morón.
Pero, como todo lo bueno, duró poquito, casi nada…. Se nos vino la noche.

Cuando estaba en el secundario, descubrí al Gordo Soriano. Y él me hablaba de aquellos “años felices”, del peronismo de Perón y Evita.
De los Reyes Magos llegando a la Oficina de Correos en cada pueblo de la Patria; de los trencitos de lata, de las pelotas de cuero, de la bicicleta.
Y también me hablaba de la Fundación Eva Perón, de las máquinas de coser que se les daba a las mujeres para que no tengan que salir de su casa para mantener a los críos.
Y de los torneos Evita, y de la Ciudad de los Niños, y de tantas y tantas cosas….

Así fueron pasando los años. Y mi viejo pudo pagarme los estudios. Y pude ir a la Facultad de la UBA y me pude recibir de psicólogo.
Entonces, descubrí que hay muchas maneras de ser profesional. Y laburé en la Obra Social de la UOM durante siete años, hasta que llegó Carlitos y “Menem lo hizo”.
Y trabajé también en la Mutual de La Cantábrica en Morón. Y un día fui a ver a una señora mayor a su casa, porque no podía movilizarse. Y la señora vivía en uno de los chalecitos del barrio obrero. Y sentado en el living de esa señora me emocioné hasta las lágrimas al pensar que un laburante tuvo derecho alguna vez a un techo digno. Simplemente porque era laburante, simplemente porque había un gremio y simplemente porque estaba Perón.
Y me tocó trabajar en el Barrio 9 de julio de José León Suarez.
Y también pateé toda la Matanza cuando entré a trabajar al Consejo Provincial del Menor.
Y conocí los barrios más alejados de Moreno, cuando fui a laburar a Acción Social del Municipio.

Y porque tengo una mística. Y porque creo en la Justicia Social. Y porque creo en la gente. Y porque conocí muchos compañeros. Y porque alguna vez las comunicaciones y los trenes y los aviones y los barcos eran de los argentinos. Y porque los únicos privilegiados eran los niños. Y por los derechos de la ancianidad. Y porque se hicieron escuelas, y hospitales. Y porque de pibe fui a los Hoteles de Bienestar Social de Chapadmalal y Embalse Río Tercero. Y por tantas, tantas cosas….
Por todo esto soy peronista….

Roberto.

2 comentarios:

aye dijo...

Hola Roberto. Bueno aca paso a ver tu blog, muy bueno he. Un abrazo

Graciela de Nuñez dijo...

Hermoso post, gracias por compartir tu historia. Con compañeros como vos se hace más grande el peronismo.